Para poder entender qué es el Trastorno de Personalidad Límite (TLP), o como algunos lo conocen, el Trastorno de Personalidad Bordenline, necesitamos entender primero qué se entiende por Personalidad.
Hablamos de una “personalidad normal”, cuando nos relacionamos con nuestro ambiente de una manera flexible que nos permite adaptarnos a los diferentes contextos, cuando la forma en que nos vemos a nosotros mismos y vemos nuestro ambiente se va construyendo a través de nuestras experiencias y, cuando nuestras conductas tienden a seguir un patrón saludable.
Por otra parte, se habla de “Trastorno de la Personalidad” cuando tenemos un patrón de conductas y pensamientos que tienden a ser inflexibles y existe dificultad para adaptarnos a los diferentes contextos, además la percepción que se tiene de uno mismo y del entorno es más bien negativa y, cuando los patrones de conducta tienen en general un efecto negativo para si mismo y para las personas que nos rodean.
Los tipos de trastornos de la personalidad se agrupan en tres categorías o “cluster” como lo encontrarás en los manuales de psiquiatría. Muchas personas que presentan un trastorno de la personalidad también presentan características de uno o varios trastornos de la personalidad más, aunque no esté dentro de la misma categoría.
El primer grupo, conocido como Cluster A se caracteriza por tener pensamientos y comportamientos excéntricos, extraños y por una tendencia a aislarse socialmente. El segundo grupo o Cluster B se caracteriza por tener pensamientos o comportamientos dramáticos, excesivamente emotivos o impredecibles, y los del Cluster C se caracterizan por pensamientos o comportamientos ansiosos y de temor.
El TLP está dentro del Cluster B, conocidos como “los inestables o dramáticos”. Si frecuentemente, la forma en que piensas acerca de ti mismo y de los otros te trae problemas para encajar o insertarte normalmente en la vida cotidiana, ya sea en tu trabajo o estudios, en tu familia o tu círculo social probablemente padezcas de un TLP. Estas características se pueden observar desde una edad temprana, sin embargo, la personalidad se va construyendo, por lo que solo se puede hablar de “Trastorno” después de los 18 años. Antes de eso se habla de Trastorno del desarrollo de la personalidad.
Las características, o signos y síntomas de los TLP, son las siguientes:
- Un miedo intenso de abandono
- Un patrón de relaciones intensas inestables
- Cambios rápidos de identidad e imagen propias
- Períodos de paranoia relacionada con el estrés
- Comportamiento impulsivo y riesgoso
- Amenazas o conductas suicidas o autolesiones
- Cambios de humor que pueden durar desde algunas horas hasta algunos días
- Sentimientos continuos de vacío
- Enojo intenso, inadecuado
Esta descripción no es muy alentadora, si te sientes identificado o identificada, probablemente eres una persona que sufre constantemente, a pesar de que puedes o no tener amigos, una familia acogedora o un trabajo u ocupación.
La buena noticia es que existen enfoques terapéuticos validados para tratar este cuadro, son pocos los que tienen evidencia científica, y uno de ellos es la Terapia Conductual Dialéctica o más conocida como DBT por sus siglas en inglés (Dialectical Behavioral Therapy), y es una de las terapias con mayor evidencia científica para tratar las características del TLP.
Para Marsha Linehan, creadora de este modelo, el trastorno límite o bordenline consiste principalmente en una disfunción del sistema de regulación de la emoción, por lo que considera como elemento central de este trastorno, la Desregulación Emocional que se entiende como una manera inefectiva de manejar una emoción intensa y se expresa en conductas o pensamientos que terminan poniendo en problema a las personas y aumentando su sufrimiento.
Linehan, considera que a partir de esta desregulación de las emociones se da el resto de los problemas conductuales típicos de este cuadro que están descritos más arriba.
Si bien todas las personas en ciertos momentos nos desregulamos, es importante que busques ayuda cuando esta desregulación emocional te lleva conductas que pueden poner en riesgo tu vida, tales como conductas autolesivas, pensamientos de muerte, o conductas impulsivas que te lleven a exponerte a situaciones riesgosas como, por ejemplo, el consumo excesivo de alcohol y drogas o la promiscuidad sexual.
Otro indicador de que necesitas buscar ayuda es cuando estas conductas están siendo un obstáculo para alcanzar tus metas y propósitos de vida y, por lo tanto, sientes que tu vida no tiene sentido, la sientes como poco significativa e incluso puedes haber llegado a pensar que no vale la pena vivir.
