La OMS define la conducta suicida como todo acto que realiza la persona de forma deliberada y que tiene como finalidad quitarse la vida. Puede comprenderse como un espectro que va desde el sentimiento de pérdida de sentido de vivir hasta el acto suicida con resultado de muerte.

Las autolesiones son todas aquellas lesiones provocadas deliberadamente en el propio cuerpo sin finalidad suicida, sin embargo, si estas escalan y son muy profundas podrían desencadenar en la muerte.

Según datos de la UNICEF, las muertes por suicidio representan la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años de edad, y en Chile, el Minsal reporta que el 20,3 % de las personas que se suicidan, están en la franja de 20 a 29 años de edad. Dado que esta población pasa la mayor parte del tiempo en los colegios, universidades o institutos, es que tiene sentido intervenir en estos contextos para que cada vez más personas tengan las herramientas para pesquisar casos de riesgo y hacer una derivación oportuna. Además, una intervención en prevención de suicidio, puede hacer que estos ambientes sean un importante factor protector para esta conducta.

El concepto de postvención alude a todas aquellas acciones que es necesario realizar en una comunidad con el objetivo de:

a) Reducir o prevenir el riesgo de réplica del intento o suicidio consumado por parte de otros miembros de la comunidad.

b) Facilitar una expresión saludable del dolor emocional causado en el caso de pérdida.

c) Identificar a otros miembros de la comunidad que se encuentren en potencial riesgo de presentar conducta suicida.

La noticia sobre un suicidio predispone o precipita el suicidio de otras personas, fenómeno que se conoce como suicidio en cadena y se refiere al aumento de suicidios en determinadas zonas y que siguen a la aparición de noticias sobre suicidio en los medios de comunicación de la misma zona.