Todos hemos escuchado alguna experiencia cercana de personas que comen de forma excesiva y sin control, o personas que cuando se enojan gritan o insultan, o que cuando están tristes cada actividad les parece un tremendo esfuerzo por lo que pueden pasar días e incluso semanas acostados, y también personas que cuando sienten una intensa angustia se alivian haciéndose daño a si mismas.
Todas estas conductas son manifestaciones de lo que llamamos “desregulación emocional” y Marsha Linehan, la creadora de la Terapia Conductual Dialéctica (DBT) lo explica como los intentos que hace una persona para cambiar o regular las claves, las acciones, las respuestas verbales y no verbales emocionales cuando esto es necesario.
Las personas con desregulación emocional describen la experiencia interna representada por sentimientos de inadecuación, extrañeza y desesperación.
Para Linehan, la desregulación emocional es el resultado de la vulnerabilidad emocional y la inhabilidad para regular emociones, tanto negativas como positivas, producto de haberse desarrollado en un ambiente invalidante.
Si bien, todos somos “vulnerables” a nuestras emociones, ya que éstas son alarmas que nos están avisando de algo, y por lo tanto, son necesarias para la sobrevivencia, no todos tenemos la misma tonalidad e intensidad y no todos respondemos con la misma emoción cuando nos encontramos en situaciones parecidas.
Sin embargo, hay personas que son especialmente vulnerables, y esto tiene que ver con su biología y esta vulnerabilidad se manifiesta en una elevada sensibilidad a los estímulos, mucha intensidad en la respuesta y una dificultad para volver a la calma o al estado previo.
Por otra parte, los seres humanos aprendemos a regular emociones a través de la imitación, para lo cual necesitamos un modelo de quien aprender.
Cuando alguien comunica o transmite emociones, pensamientos o experiencias internas y recibe por parte de su entorno, respuestas erráticas, inapropiadas o extremas, estamos en presencia de un ambiente invalidante.
Invalidar a alguien tiene que ver con burlarse, juzgar o rechazar a una persona por la forma en cómo siente o piensa. De esta manera la persona no aprende a etiquetar sus experiencias internas ni sus emociones y tampoco aprende a tolerar el malestar, al contrario, puede aprender a sobre controlar sus emociones, guardándoselas, bloqueándolas o ignorándolas, o por el contrario, aprende a sub regular sus emociones a través de conductas que causan sufrimiento tanto a la persona como su ambiente.
